lunes, 13 de agosto de 2007

1- Parte

LUCERA, LA DAMA DE LAS CUMBRES
Por el pueblo de Segura de la Sierra

Índice

Sexta parte: Por el pueblo de Segura de la Sierra
Lucera, la novia de Sinombre
15 de agosto: Preparando el viaje
16 de agosto: Llegada a Segura de la Sierra
17 de agosto: Amanece junto a la Fuente Góntar
18 de agosto: Hablando de novias
El camino del huerto de la Nogueruela y Lucera
19 de agosto: Primera ruta Fuente de la Quebrá, Moralejos
20 de agosto: La vieja noguera del viejo Molino de Romillán
Homenaje al pintor Cerezo
21 de agosto: Visita al castillo de Segura de la Sierra
22 de agosto: La fiesta en la aldea de Río Madera
Me gustaría que lloviera
23 de agosto: Ruta y tarde por la Fuente de la Tejadilla
Las cuadras de Lucera
24 de agosto: Por el rincón de las Acebeas
25 de agosto: Amanecer por donde la Fuente Góntar
Ruta por la ladera sur del Yelmo, camping del Robledo
26 de agosto: Noche en el camping del Robledo y regreso a Segura
Por donde el Pozo de la Nieve y los sueños de Lucera
27 de agosto: Ruta por Navalasno, Lucera y el perro Llaky
28 de agosto: Las mariposas blancas y otros misterios
La boda de Lucía en Segura de la Sierra, Sinombre y Lucera
29 de agosto: Ana, Sinombre y los huertos de Peñalta
Tarde de domingo
30 de agosto: Noche de luna llena Lucera y Sinombre
31 de agosto: Adiós, Lucera, adiós


Homenaje y dedicatoria

Este libro es un homenaje y en defensa de todos los burritos del mundo, de la Sierra de Segura y del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas. Y quiero dedicar estas sendillas páginas a Esther y Pedro, artífices de la materialización de este libro, ayudados por la magia del corazón de sus hijas Patricia Valero Arias y Grabriela Valero Arias. Para ellos y para ellas, especialmente, esta sencilla historia de “Sinombre yo” por Segura de la Sierra. Para que la memoria no se pierda y, en el corazón de las personas, germine lo bello y una sonrisa por la vida.

Presentación

Fue la genialidad literaria de la cultura griega la que inventó el género literario de la fábula. El Diccionario Académico pomposamente la define: Breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales u otros seres animados o inanimados. Y nosotros al mencionar ahora la fábula tenemos en nuestra memoria el legendario Esopo (s. VII-VI a.C.). Fue el creador de la fábula y de sus creaciones, rodando a través de los siglos por las principales lenguas cultas, llegamos a los célebres fabulistas españoles que tanto nos han acompañado en nuestra formación literaria y moral: Tomás de Iriarte (1750-1791), Félix María de Samaniego (1745-1801) y Juan Eugenio de Hartzenbuch (1806-1880).

Frente al calentamiento de cabeza que suponía la filosofía –otra creación del genio helénico– Esopo iba, según la leyenda, por las plazas y mercados, enseñando qué tenemos que hacer –una de las grandes preguntas de Emmanuel Kant y de los filósofos– de manera que varones y mujeres pudieran entenderlo y practicarlo.

Conservando ese estilo, esa elegancia del núcleo fábula, pero trascendiendo moldes y dimensiones, José Gómez Muñoz, conocedor eminente del Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y la Villas, nos sorprende ahora con este librito, Sinombre y yo. Las composiciones musicales y las numerosas publicaciones de este autor sobre el vocabulario, la etnografía y los itinerarios en dicho parque natural es ya un aval y una esperanzada garantía de que este libro es un eslabón de la espléndida cadena de sus publicaciones.

Este libro viene después de Platero y yo de Juan Ramón Jiménez y nos introduce en el maravilloso pueblo y entorno de Segura de la Sierra y los paisajes del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas. En este parque, además de infinita belleza, hay muchos problemas pero uno es de urgencia: los burros se están extinguiendo. Esa pasión ecológica nuestro autor la vive en profundidad y de su fina sensibilidad ha brotado el escrito que ahora presentamos. Este libro es como un clamor que, recordando a los gladiadores del circo romano, nos interpela con un grito y que ahora no lo pueden dar los que van a morir: Los burros morituri te salutant. Acariciando con una narración fina, creativa, lenta, a veces prolija e iterativa, va el autor preparando una escena en que se llega a un clímax, en que Sinombre y Lucera se unen románticamente para salvar la especie. Esa es la aventura lentamente preparada y que introduce al lector en una sintonía con la tragedia que supondría que en Andalucía y en toda España se extinguieran los borriquillos.

En el Año Centenario del Quijote, junto a las grandes celebraciones literarias, viene bien invitar a leer un librito que con intimidad candorosa desasosegará nuestra resignada conciencia conformista ante los males ecológicos que nos amenazan. Es un breve escrito que nos interroga sobre el futuro del jumento de Sancho Panza. Hagamos algo, lo posible ahora, sería leer este libro y dejarnos envolver y sintonizar con su embrujo.

Hermenegildo de la Campa
Granada, primavera, 2005.

15 de agosto: Preparando el viaje

Cuando me acerco a Sinombre, unas de las cosas que más me agradan en él, es ver como me mira. Casi siempre estira su rabo como si quisiera regalárselo al viento, alza sus orejas, encumbradas como dos girasoles, eleva un poco su cabeza y con sus dos negros ojos, me mira rompiendo en un alegre rebuzno. Es su forma de recibirme y desde luego que me gusta porque hasta el corazón se me llena de su belleza. De la sencilla belleza que él lanza a los cuatro vientos para que todo el mundo se entere de su saludo.

Bajo la higuerilla estaba acostado Sinombre esta mañana. Al sol y donde la tierra es casi polvo. Para los burros, los mulos y los caballos es un placer revolcarse en el polvo de la tierra. No sé por qué. Para quitarse los parásitos quizá o por el simple placer de rozar su lomo contra el suelo. Tendré yo que enterarme de esto a ver si voy conociendo algo más las cosas de estos animales.

Según voy subiendo hacia él lo veo a costado bajo la higuera donde más polvo hay. Y bastante antes de llegar ya me ve. Mueve su cuello, endereza sus orejas y se me queda mirando fijo mientras me acerco. Es media mañana y ya hace calor y por eso las chicharras cantan con desesperación. Conforme me voy acercando le enseño la barra de pan que llevo en las manos. Una barra de pan integral que se ha puesto dura y ya nadie se la puede comer excepto él. Sinombre tiene buena dentadura y por eso una barra de pan dura es para él como para los niños un puñado de golosinas. Una golosina que se engulle con satisfacción y ávidamente. Por esto, todavía antes de llegar, le enseño la barra de pan y le digo:
- Mira lo que te traigo hoy. Sé que te va a gustar. Te la voy a dar ahora mismo porque hoy es una mañana especial. Vamos a celebrarlo.
Sinombre me han entendido. Con toda claridad y como si se tratara de una persona. Por eso en seguida deja de mirarme, se levanta y se viene detrás de mí, al otro lado de la higuerilla, donde la sombra es más fresca. Quema el sol y como voy a estar un rato con él busco la mejor sombra. Ya han madurado los primeros higos.
- Ven, cómete esta barra de pan pero aquí a mi lado. Yo te la sujeto y tú le das bocados. Me gusta verte comer en mis manos mientras nos contamos cosas.

Sin prisa, porque Sinombre siempre se mueve en su calma concreta, se pone delante de mí y empieza a darle bocados al pan y yo ya soy feliz. Pequeños bocados porque él no es glotón. Te recuerdo y recuerdo a Bandolero. Le digo:
- Mañana ya es el día. A las ocho salimos. Temprano para estar allí antes de que apriete el calor. Así que vete haciendo a la idea. Es el primer año que te vienes conmigo al Pueblo de la Cumbre, Sierra de Segura.
Sinombre me ha entendido. Sigue comiéndose la barra de pan, mueve sus orejas y le da aire al rabo. Está contento. Se lo noto. Lo encuentro tranquilo pero al mismo tiempo lo veo nervioso. Intuye lo que le espera. Lo acaricio entre sus orejas y mientras se va comiendo el pan le cojo unos higos. Algunos maduros y otros menos. Se los doy en la mano, cuando ya se ha comido el pan, los huele despacio y solo se come los que están bien maduros. Los otros no. Sinombre es listo. Bastante más de lo que yo me imagino. Por eso lo sigo acariciando y ahora le corto unas ramitas de morera. Le gustan a él las hojas verdes de las moreras. Y aquí, bajo la sombra de la higuerilla, junto a la acequia y con él me he quedado toda la mañana. Simplemente mirándolo y a su lado. Preparándonos interiormente para el vieja de mañana, nuestras vacaciones.

16 de agosto: Llegada a Segura de la Sierra

Ya estamos aquí ¿ves Sinombre? Tres horas hemos tardado porque hemos venido despacio. Para que no lo pasaras mal porque es tu primer viaje. Pero todo ha salido bien. Ya estamos en Segura de la Sierra, desde ahora en adelante, el Pueblo de la Cumbre. ¿Qué tal lo ves? Al llegar al pueblo, antes de entrar, me he parado y andando hemos subido por la calle. La gente te ha mirado. Pero ya lo sabían. Hace tiempo que le dijimos que este año venías tú conmigo. Aunque como no te conocen, al saber que llegabas, se han asomado a verte. Me han saludado y te han saludado. A mí ya me conocen desde hace años por eso a ti te han recibido como si ya fueras de la familia. La primera impresión es que les has caído bien. Las personas de este pueblo son amantes de los burros. Los niños, solo unos cuantos, te han recibido con júbilo. ¿Sabes tú que en este pueblo ya no hay ningún burro? Desde hace tiempo dejaron de existir. Te miento: vive aquí todavía una borriquilla salada que se llama Lucera. ¿No lo sabías? Ya irás conociendo a los niños y también a Lucera. Y por eso las personas no te han visto con malos ojos sino todo lo contrario: ellos están acostumbrados a bregar con burros a lo largo de toda su vida. Lo han necesitado, a diario y en todo momento, para sus tareas cotidianas. Tienen un gran corazón todas las personas de este pueblo y de las sierras del Parque Natural en general. Ya lo verás.

Al pasar por el arco que da entrada al pueblo, Puerta Nueva, a la derecha queda el Ayuntamiento, antiguo colegio de los Jesuitas y a la izquierda el mirador de Jorge Manrique con su estatua frente al Yelmo, me he parado y te lo he ensañado. Este rincón del pueblo es bonito. ¿Te ha gustado? Desde el mirador de la izquierda se ve todo el valle del río Trujala, poblado de olivos, y al fondo el embalse del Tranco. A la izquierda de este enorme valle se alza el monte Yelmo. Te llevaré por todos esos rincones y te hablaré de Jorge Manrique. Su padre, Rodrigo Manrique, en estas tierras luchó contra los moros de aquellos lejanos tiempos. Aquí en Segura de la Sierra vivió y nació el autor de “Coplas a la muerte de su padre.” ¡Qué vista más grandiosa se ve desde este mirador! Un poco más adelante, también por la izquierda, hemos visto la iglesia. Yo la conozco desde hace mucho. Es de piedra y es la Iglesia de la Virgen del Collado. Por este mismo lado y también por la izquierda te he acercado a la Fuente Imperial de Carlos V. Tiene dos caños de agua clara y en el pilar has bebido. Te he enseñado luego el rincón, que es bonito, ya lo has visto, y la casa donde voy a vivir yo. Frente justo de la Fuente Imperial, pegado a la iglesia y en el mismo centro del pueblo. Por aquí tienes tu cuadra, que no te la he ensañado todavía. Esta primera noche vas a dormir al aire libre. Es lo que te gusta a ti. Por encima de los antiguos lavaderos, la Fuente Góntar, y frente al castillo. ¿Sabes cómo le llaman a este rincón? Prado Góntar y, en otros tiempos, siempre estaba verde. Las mujeres tendían la ropa lavada en este prado y, como la regaban con frecuencia para que el sol la blanqueara, la hierba en el prado siempre estaba verde. ¡Mira qué bonito se ve todo el castillo! Aquí cerca de ti vive Lucera. Te enseñaré su cuadra y la conocerás a ella. Pero vamos despacio, Sinombre, que las cosas requieren su ritmo. Te enseñaré muchas cosas en estos días. Pero ahora bebe otra vez en la fuente de los viejos lavaderos. El agua viene directamente de un venero que brota un poco más arriba y por eso sale tan fresquita. Y mira qué bonito es también todo el rincón. Estos son los viejos lavaderos porque en otros tiempos las personas lavaban la ropa a mano, en pilas y restregando. Aquí también bebían las bestias, los burros, los mulos y los caballos. En este pilar de aquí que es donde siempre el agua estaba limpia. El agua sucia de lavar se iba por estos canalillos y caía fuera para no contaminar la del pilar donde bebían las bestias. Aquellas personas eran pobre y hacían obras rudimentarias pero con mucha inteligencia. Ya te he dicho que personas como las de este pueblo hay pocas en el mundo.

Y ahora vente para acá. Por detrás de los lavaderos, en el cerro y, antes de los pinos, mira qué tierra más buena. Toda tapizada de excelente pasto, con un aire fresquito y no queda ni lejos ni cerca del pueblo. Este es Prado Góntar. Por aquí te vas a quedar ya todo lo que queda de día, esta noche y, si te gusta el lugar, ni siquiera te llevo a tu nueva cuadra. A vivir libre en estos campos donde tienes abundante agua, mucho pasto, aire puro, buenas vistas, soledad y preciosos paisajes. ¿Que de quién son estas tierras? No tienen dueño porque pertenecen al Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas. Así que estas tierras son de todos y de ninguno. Tuyas y mías y de los que viven en este pueblo pero ni de ellos ni de nosotros. Y como no vamos a hacer daño a nada sino lo contrario, que cuidaremos las cosas con cariño, que todos estén tranquilos y nosotros también.

Empieza a probar a ver si te gusta esto más que la cuadra. Y como te he dicho, esta noche me quedo contigo. Quiero dormir yo también al aire libre, bajo los pinos de estas sierras que tanto conozco y amo. Llevo años recorriendo los caminos y veredas de este grandioso Parque Natural y por eso lo tengo metido en el corazón. A mi manera pero con vivencias limpias y profundas. Así que esta primera noche me quedo a dormir junto a ti en este rincón de la Fuente Góntar, frente al castillo, cerca de la cuadra de Lucera y al olor de los romeros, los espliegos y los enebros. Que sepas que para mí esto es la vida. Porque eso quería compartirla contigo. Por detrás de la fuente también hay álamos. ¿No los ves? Como en tu rincón de Granada para que no todo sea por completo distinto. Así que desde la fuente subimos unos metros y nos vamos a lo alto del puntalillo. Bajo los seis pinos gordos y donde el terreno está más llano. En este sitio siempre corre un airecillo fresco agradable y la panorámica que desde aquí se abre es fantástica. Se ve el castillo, parte del pueblo, todo el barranco de los huertos, barranco Góntar, el valle de los olivos… Y lo que ya te he dicho: tienes mucho pasto para gastar. No te faltará comida, ya lo verás. Nadie aprovecha ahora la riqueza de este prado.

A los huertos también quiero llevarte. Míralos ahí, por debajo de la fuente, en el barranco que cae. ¿No ves qué verde brilla todo el barranco? Al lugar se le conoce con el nombre de Arroyo de Góntar. El agua que sale de la fuente, parte va a la piscina y parte, se va por la acequia barranco abajo. Conforme cae va regando las tierras de los huertos. Los tres que hay este año. Porque los otros, casi veinte, ya nadie los siembran. Sus dueños se han muerto de viejos y los hijos han emigrado a otras partes del mundo. Ahora, casi todos los jóvenes de estos pueblos, estudian carreras universitarias. Ya verás que en este pueblo casi no hay jóvenes. En verano algunos más pero en invierno, ni jóvenes ni niños. Solo personas mayores y no muchas. Pero todavía algunas de estas personas mayores labran y siembran sus huertos de toda la vida. El Miguel y dos más. A sus cosas de siempre les tienen ellos mucho cariño. Por eso te decía que un día de estos te llevaré a los huertos del barranco de la Fuente Góntar. Podemos bajar, desde la fuente, acequia adelante o por la veredilla de la izquierda que desciende trazando zigzags. Por los dos sitios se va bien y es bonito el recorrido. Por los dos sitios hay mucha pendiente pero se van abriendo preciosas panorámicas. Por la acequia abajo es muy misterioso. La acequia se mete por entre las zarzas, las nogueras y las parras, como en un túnel, y por ahí hay tanta oscuridad que hasta da miedo y por eso parece tan misterioso. La vegetación es espesa y como la acequia tiene mucho desnivel en todo el recorrido el agua cae como en una cascada sin fin. Ya te digo: es misterioso este caminillo para ir a los huertos desde la Fuente Góntar. Lo recorreremos un día de éstos.

17 de agosto: Amanece junto a la Fuente Góntar

Ya amanece, Sinombre. Mira qué fresquito hace y mira qué tranquilidad en el rincón sobre el cerro. ¿Qué tal tu primera noche en estas tierras? Por detrás de Fuente Góntar, sobre el cerrillo y bajo los pinos, he dormido esta noche. Frente al castillo y el Pueblo de la Cumbre y cerca de ti. Para que no te sintieras extraño en este lugar del mundo. ¡Qué bien se duerme aquí! De madrugada ha hecho algo de frío pero casi nada. He visto salir el lucero del alba, he visto amanecer y ahora ya estoy viendo el horizonte sembrado de nubes blancas. ¡Con lo que me gustan a mí estas cosas! ¡Si estuviera la Princesa y Bandolero! ¡Con lo que les gustan a ellos estas aventuras! Ninguno de los dos conocen los rincones de este Parque Natural y son amantes de la naturaleza como el que más. La noche, en este rincón tan original, ha sido bella y el amanecer lo es más. Y contigo aquí a mi lado es como si estuviera viviendo un sueño. Esta noche no ha salido la luna porque está ahora en su fase creciente. Habrá luna llena precisamente unos días antes de irnos. Las dos últimas noches del este mes de agosto. Y he soñado que, en esas dos noches de luna llena, ocurrirá algo bonito por aquí. Por este Prado Góntar, contigo en el centro y Lucera como protagonista. Te lo contaré luego.

Yo me he levantado en cuanto ha amanecido. Al ver el lucero del alba para no perderme ningún detalle de la llegada del día desde este rincón. Pero la noche también ha sido interesante. ¿Has visto el castillo iluminado? Tiene un encanto especial. Me acosté bajo el pino más grande mirando al castillo. Y así, tumbado sobre las hojarascas, lo he observado a lo largo de varias horas. Mientras me dormía o no. Ya de madrugada han apagado las luces que iluminan al castillo. Me ha gustado esto, Sinombre. También al amanecer han apagado las farolas que iluminan el camino que sube al castillo. Son bonitas las luces de estas farolas subiendo en hilera ladera arriba por entre los pinos. ¿Viste ayer por la tarde el camino que sube al castillo? Por ahí se paseaba la gente, turistas, con sus perros buscando las cabras monteses. ¿Las viste saltando por las rocas de las laderas? ¿Y viste las eras por donde el Pozo de la Nieve? En esas eras es donde Luis deja suelta a su borriquilla Lucera y a un mulo. Ayer por la tarde no estaban pero esta mañana de madrugada ¿no sentiste la cencerrilla? Cuando todavía no se veía bien ya bajaba él, desde la plaza de toros hacia la fuente, con su borriquilla. ¿A dónde iría tan temprano? Se fue por la carretera que va para Moralejos, la aldea de las higueras brevales. ¿Has visto qué guapa es su borriquilla? No, todavía no lo has visto pero la verás. Vive cerca de donde tú te has quedado esta primera noche. En las laderas norte del castillo y por detrás de la plaza de toros. ¿Sabías tú que esta plaza de toros es cuadrada y, por eso dicen, única en el mundo? Es cuadrada porque fueron las caballerizas en los tiempos en que el castillo estaba lleno de guerreros. Ya veremos, un día de estos, a la borriquilla del Pueblo de la Cumbre. Es bonita como tú y el color de su pelo se parece algo al tuyo pero su tono es más blanco. Estoy seguro que cuando la veas te va a gustar. Lucera es la Joya de Segura de la Sierra. Así que fíjate qué gran amiga vas a tener. Ya lo verás.

Pero la primera noche en estas tierras ¿qué tal? No has parado de triturar pasto en toda la noche. El pasto de estas sierras tiene un sabor especial. El pasto, el aire, el agua, el color del cielo, el silencio, los bosques, los caminos, todo por aquí tiene un sabor especial y único. Por eso tú has comido sin parar en toda la noche. Cerca de mí y luego por entre los espliegos, las retamas y los enebros. ¿Sentiste los zorros? Se presentaron a husmear y creí que te ibas a asustar pero te he visto valiente. Hiciste bien porque los zorros, si se les planta cara, se acobardan y se van. Los zorros son cobardes. ¿Y viste cuántas estrellas tenía el cielo anoche? ¡Cómo cantaban los grillos! Todo un lujo y con el canturreo del agua de la fuente de fondo. Los dos caños del pilar de los lavaderos y la acequia que chorrea barranco abajo hacia los huertos. ¡Qué lujo por la noche y ahora mientras el sol va saliendo! Todo por aquí es un lujo de primera calidad. Y el que nosotros podamos disfrutarlo sin que nos cueste un euro es una gran suerte. En los huertos, los que están más cerca de los lavaderos, desde el amanecer han estado regando sus dueños. ¿No los ves cómo cavan y arrancan las patatas? Tienen pimientos, habicholillas, tomates, pepinos, maíz y calabazas. También todo un lujo de hortalizas frescas y sanas que no tienen ni chispa de comparación con las que venden en los comercios de las grandes ciudades. A los dueños de estos huertos luego les voy a pedir unas mazorcas de maíz, todavía blandicas y jugosas, y te las voy a regalar. ¡Verás qué buenas! Para que disfrutes tú las delicias de este paraíso. Pero mientras ya va saliendo el sol mira qué bonito por el valle del río Guadalimar. Los olivares, los que tienen denominación de origen Sierra de Segura, mira como se llenan de oro con los primeros rayos del sol. Con razón de aquí sale el aceite tan bueno que sale. ¿Sabías tú que el aceite de la Sierra de Segura es uno de los mejores del mundo? Tiene denominación de origen y sabe a gloria bendita. Y mira los cuervos. Vuelan desde el castillo y se tiran ladera abajo para el valle de los olivos. Y las ardillas ¿no las ves y las oyes correteando por entre las ramas de los pinos? Es bonito todo lo de este rincón del Pueblo de la Cumbre y en un amanecer como el de esta mañana. Te voy a llevar a que bebas en la fuente antes de que sea más tarde. ¿Que a dónde te voy a llevar hoy? Tenemos pocos días y muchísimos caminos para recorrer. Pero hoy subiremos luego al castillo y al regresar, vamos a pasar cerca de donde vive la borriquilla de Luis. Te noto que ya estás tú intuyendo la presencia de esta dama de las cumbres. Un instinto interno te dice a ti que ella vive por aquí cerca. ¿A que tienes ganas de conocerla?

18 de agosto: Hablando de novias

Y si llueve, Sinombre, aquí mismo te refugias: en los lavaderos de esta Fuente Góntar que fíjate qué primorosos son y el buen techo que tienen. Pero yo sé que tú no le tienes miedo a la lluvia. Puede que llueva cualquier día de estos. ¿Viste cómo se puso el cielo ayer por la tarde? Se cubrió todo de nubes y se levantó un viento fuertísimo. Y han bajado las temperaturas. Esta mañana casi hace frío. Mejor así porque todo se disfruta más y, el cielo con nubes en estas sierras, es bonito.

Ayer quise llevarte a la Nogueruela. El arroyo donde Luis tiene su huerta. ¿Te acuerdas que tempranito lo sentimos salir del pueblo con su borriquilla? A las seis de la mañana ya iba Lucera camino de los huertos. Todos los días se van a esta hora y regresan a las doce del mediodía. Y no creas que en ir tardan una hora y en volver otra. Dos horas necesitan ellos para recorrer el camino hasta los huertos. La Nogueruela está lejos y el camino es peor. Tengo que llevarte. Es el primer camino que quiero que recorras por estas sierras porque es el que anda Lucera todos los días desde que vive con Luis. Para que vayas conociendo estos terrenos con la ilusión de Lucera en tu corazón. Con una ilusión en el corazón la vida es más hermosa. Y la belleza de estos paisajes y rincones adquieren un encanto especial cuando se recorren llevando en el corazón una bonita ilusión. Ayer no te llevé por el camino de Lucera porque esa senda es mala de andar, Sinombre. Yo no sé como la guapa Lucera la puede recorrer sin caerse. ¿Que quieres saber más cosas de ella? ¿Te llega su perfume? Con toda seguridad porque la tienes a dos pasos. Y, además, ya te ha sentido rebuznar y tú la has sentido a ella. Yo lo sé porque os he oído a los dos. Le contaremos luego, a la Princesa y a Bandolero, las cosas bonitas que estamos viviendo por aquí. Si estuvieran serían felices como nadie. ¡Con lo que les gustan a ellos estas aventuras!

Te voy a adelantar algunas cosas. Ayer vi yo a Lucera. Cuando regresaban de los huertos de la Nogueruela me los encontré a los dos. Venía yo a llevarte a dar una vuelta y a estar contigo y al encontrarme con ellos cambié los planes. Me fui con Luis y con Lucera y conocí su cuadra, vi su pesebre, el maíz verde que se come, vi los frutos y hortalizas que traían del huerto y les hice algunas fotos. Con su carga de cosas y con Luis subido sobre Lucera, sin su carga y sin aparejo, en la cuadra, asomada a la ventana de su cuadra… Lucera es guapa. Cuando la veas te impresionarás. Está lustrosa, tiene el lomo redondico como tú y es casi tan blanca como la nieve. ¿Y sabes lo que me ha dicho Luis? Que quiere conocerte. Le está buscando un novio a Lucera. En este pueblo ya no hay más burros que tú y ella. Si por alguna causa un día de estos se muere Lucera se acaban los burros para siempre en Segura de la Sierra. Y en otros tiempos, en este pueblo, todo el mundo tenía burros. Pero ya no hay ninguno. El último es Lucera y ahora tú que estás de visita por unos días. Y Luis quiere que su borriquilla tenga hijos. Un pollinillo o dos del color tuyo y con la sangre de los burros granadinos. Tiene Luis dos nietos y anda él ilusionado en regalarle un retoño de Lucera. Por eso te decía que Luis le está buscando un novio a su borriquilla. Me ha dicho que tú podría ser el novio perfecto y aprovechando que ahora vives aquí… Como ya te decía antes: ni Luis ni Lucera, tienen donde escoger. Aquí y ahora mismo no hay nada más que un burro y eres tú. Pero cuando se ha enterado de lo que eres tú piensa que ha sido un milagro del cielo. Y el milagro es su dama de las cumbres.
- Es que un burro como Sinombre se encuentra una vez en la vida si es que se encuentra.
Es lo que me ha dicho Luis. ¿Y sabes qué pienso yo? Que para Lucera no existe un novio, en todo el mundo, mejor que tú. Ya te he dicho que Lucera es guapa, tiene solo cuatro años y rebosa salud. ¡Qué suerte hemos tenido, Sinombre!

El camino del huerto de la Nogueruela y Lucera

Sinombre, el camino que va al huerto de la Nogueruela Lucera lo recorre todos los días. Arranca en el mismo Pueblo de la Cumbre, pasa por entre el Pozo de la Nieve y Fuente Góntar, se mete por el Collado de la Cornicabra y, siguiendo la carretera que lleva a las Acebeas, llega hasta el puntal de las Naves. Por la derecha, en este puntal, se aparta un carril de tierra que baja siguiendo toda la cresta del monte para irse hundiendo poco a poco en el barranco de Moralejos. Pero el carril de tierra termina al final de una curva en la ladera que cae para la Nogueruela. Donde se acaba el carril comienza la vereda, Sinombre. Justo a este punto, un poco para la derecha, se le conoce con el nombre de El Aguilón. Unas rocas que se clavan en lo más alto del puntal y por tener forma de pico de águila le pusieron este nombre. Los nombres de los sitios en estas sierras son preciosos.

Yo, porque estoy acostumbrado y Lucera y Luis, pero tú seguro que te asusta el día que te lleve por ahí. Sé yo que eres un borriquillo valiente y aventurero pero el camino que recorre la dama de las cumbres tiene tela. Y te voy a llevar para que veas tú lo que pena la pobre Lucera todos los días. Para que compruebes que es una borriquilla curtida en la lucha de la vida y así la trates con todo el cariño que ella se merece el día que te encuentres con ella. Que Lucera es una preciosidad de burra pero hecha a las batallas y luchas de la vida por estas tierras. En esto ella es igual que los serranos. Recios ellos, llenos de ternura por dentro, con mucha fuerza para afrontar las penas y repletos de belleza. Que en estas sierras todo es fabuloso y único pero las personas lo son más.

A los pocos metros de arrancar la vereda, desde donde ya termina el carril, hay un tajo rocoso. Como un escalón natural muy grande que no es posible pasar si no es haciendo lo que ha hecho Luis. Con piedras, tierra y palos ha ido rellenando el terreno hasta dejarlo en forma de rampa. Por esta difícil rampa baja y sube Lucera cargada siempre. Con las hortalizas de la huerta, este año ha sacado más de quinientos kilos de patatas, y con Luis siempre encima. Él tiene muchos problemas para andar desde que lo operaron. Y cuando Lucera baja por este tranco también siempre lo hace cargada. Nunca va ella por estos caminos sin carga. Su lucha en esta vida es ir siempre cargada con cosas de un lado para otro. Y ya verás tú cuando veas esta vereda un día. Seguro que te entrarán ganas de abrazar a Lucera, de llenarla de cariño, de regalarle lo mejor del mundo. Se lo merece ciertamente por lo guapa que es, por lo trabajadora y responsable, por lo dócil y prudente, por lo callada y sufrida, por… Te digo que a Lucera, en este pueblo, alguien tendría que hacerle un altar. Una estatua y ponerle un rótulo que diga: “A la Dama de las Cumbres en memoria y homenaje de todos los bellos borriquillos serranos.”

La senda deja atrás la rampa que te decía y sigue descendiendo por la áspera ladera. Una curva para un lado, otra curva para otro lado, una resta de cuatro metros y pendiente abajo y así hasta recorrer unos ochocientos metros y salvar un desnivel de casi ciento cincuenta metros. Un gran desnivel y por eso es dura de recorrer esta sendilla. Cuando ya por fin llega al barranco de la Nogueruela, porque la Nogueruela está en un hondo barranco para aprovechar un venero que brota ahí, Lucera descansa y toma fuerzas para regresar. Este rincón de la Nogueruela está poblado de nogueras, álamos, parras, pinos, olivos… y por eso es un auténtico vergel. Mientras Lucera descansa Luis se dedica a las faenas del huerto. Ella mientras tanto come hierba o pasto por allí cerca, bebe en la clara alberca que retiene al agua para regar el huerto, se refresca a la sombra de las nogueras y come paja de garbanzos. Luis siempre le tiene ahí preparado una gran espuerta de paja de garbanzos. ¿Tú has probado alguna vez este manjar? Es de los garbanzos que trillan en las eras de Moralejos la aldea que hay un poco más arriba. Esta paja se la regalan a Luis y él se la da a Lucera. Es un pienso de gran calidad y por eso alimenta mucho. También Luis y, de vez en cuando, le regala a Lucera algún pepino del huerto, lechugas, higos, racimos de uvas y habas verdes. Porque la borriquilla de Luis trabaja mucho pero él la cuida como si fuera su propia vida. Y es parte de su propia vida. Sin ella él ya no podría cultivar los huertos de la Nogueruela. Las tierras estarían abandonadas comidas por las zarzas y los caminos perdidos para siempre. Y con esto se ve lo importantes que fueron, en otros tiempos, los borriquillos serranos por estas montañas. Sin ellos no hubieran podido vivir las personas. Y, sin embargo, han desaparecido y ahora nadie los recuerda ni les dedican una simple estatua para que su memoria se mantenga viva.
- Si no fuera por esta borriquilla ya hacía tiempo que hubiera dejado el huerto. ¿Cómo iría yo y volvería todos los días y subiría aquellas cuestas?
Es lo que me ha dicho a mí Luis. Por eso te decía antes que cuando tú, por fin, veas a Lucera y tengas la oportunidad de tratarla que lo hagas con todo el cariño del mundo. Una borriquilla tan guapa como Lucera y con todo lo que ella está luchando en esta vida no merece otra cosa si no cariño y ternura. Cuando la conozca y conozca la tarea que tiene que realizar cada día ya verás cómo te quedas asombrado y el corazón se te llena de amor hacia ella, Sinombre.

19 de agosto: Primera ruta, Fuente de la Quebrá, Moralejos

¿Ves? éste es el manantial con el chorrillo que te decía. ¿Sabes cómo se llama? Fuente de la Quebrá, porque mana en una hondonada, donde el terreno se quiebra. La construyeron el año 1985, junto a la carretera un poco antes de llegar a la aldea de Moralejos. ¿Vienes destrozado? Hemos tardado tres horas, siguiendo la carretera, porque hemos venido despacio. No hay prisa ninguna. Tenemos todo el tiempo para nosotros y todas estas sierras para andarlas. Quería y quiero que goces esta primera ruta por estos lugares. ¿Te ha gustado? Yo he venido agustico en tu lomo. Quería probar a qué sabe un paseo sobre tu lomo recorriendo los caminos de estos montes. Y me ha gustado. Ha sido para mí una experiencia preciosa. A primeras horas de la mañana y con el fresquito. Hoy está el día más fresco que ayer, llueve casi por toda España. Con nosotros deberían haber venido esta mañana la Princesa y Bandolero. Sé que lo echas en falta.

¿Te gusta la fuente de la Quebrá? Es bonita, su agua es pura y fría y mira qué chorrillo más apañado le entra. Viene de la cumbre, donde en todo lo alto, está Segura la Vieja. Por lo visto, en tiempos antiguos, el Pueblo de la Cumbre, no se alzaba en aquella cumbre sino en ésta que ahora mismo queda a nuestras espaldas. A ese lugar te llevaré otro día verás qué bonito es. Y no creas, que en esa cumbre también brota un buen venero. En esta sierra brota agua donde menos te lo esperes. Llueve y nieva mucho por todas estas montañas. El venero que brota sobre la ladera de Segura la Vieja tiene sus tornajos para que beban los animales salvajes y alrededor de estos tornajos hay mucha hierba. Y ya en la cumbre eso es de lujo. Dicen que ahí, en tiempos remotos, estuvo construida Segura la Vieja. Te llevaré un día a ese fabuloso rincón en lo más alto de las montañas que ahora mismo tenemos a nuestras espaldas.

Ahora bebe un traguito en esta cristalina fuente de la Quebrá. No tenemos prisa. Mira cuántas zarzas crecen aquí. Toma, prueba las moras que, aunque son pocas, están buenas. Como este año ha llovido mucho todavía no han madurado ni tampoco los higos. Otros años por estas fechas hasta los tomates en los huertos ya habían madurado. Solo aquellas moras que reciben más sol están maduras pero ya verás como sí cogeremos muchas en estos días. Hay muchas zarzas por todos los rincones de estas sierras y todas dan buenas moras. ¿Y ves? El huerto que hay por debajo de las zarzas, a la derecha de la carretera, también tiene los tomates verdes. Mira el maíz como se dobla empujado por el vientecillo que corre. Y los álamos, verdes como las ovas, mira como se recortan en el azul del cielo de la mañana. Es curioso este rincón. ¿Te está gustando? Como puedes comprobar solo hay bosques de pinos, olivares clavados en las laderas, hondo silencio roto solo por el rumor del chorrillo de agua que cae en el pilar de la fuente y, lo demás, quietud. ¡Qué deliciosa la belleza y quietud que se respira en este rincón! Vamos a regalárselo a la Princesa y a nuestro amigo Bandolero.

¿Has visto qué buena es Gregoria? Estaba ella regando su verde huerto y en cuento nos ha visto parados en la fuente ha venido. A verte y a saludarte porque le has gustado y en seguida te ha regalado cosas de su huerto. Del maizal te ha cogido tres mazorcas de maíz, de las más sanas y gordas, te las ha pelado y te las ha dado en su mano. De sus mismas manos te las has comido. Yo me he comido también un trozo. ¡Qué buenas están! Maíz tiernecico como el que venden en las tiendas pero más sabroso porque mira con qué agua más clara lo riega y mira qué aire más puro y qué tierras más buenas. Pero Gregoria te ha regalado más cosas de su huerto. A ti y a mí. Se ha puesto a coger pepinos y los mejores nos los ha regalado. Tú te has comido dos y los otros me los he guardado en la mochila. Uno pequeño me he comido yo. ¡Qué buena es ella y no la conocemos de nada! Es la primera vez, en la vida, que nos vemos. Y la excusa que Gregoria ha puesto para obsequiarnos con los frutos de su huerto ha sido:
- Mi huerto es la despensa de todo el que pase por aquí. Y solo le pido a cambio que rece una oración por mí.
Fíjate, Sinombre, qué personas más buenas hay en estas sierras. Ya te lo decía y ahora empiezas a comprobarlo. Hace tiempo que creo que en ninguna parte del mundo hay personas más buenas que las de estas sierras.

Después de los pepinos y el maíz te he dado a comer un buen puñado de moras y ya te hemos dejado que te hartes de hierba. Hay mucha por aquí junto a la reguerilla que sale de la fuente y se va para el huerto de Gregoria. Pero no hemos estado tranquilos ni dos minutos. Se ha presentado un coche de Valencia y al verte se han parado porque los niños, ella y él, querían acariciarte. Una niña de solo dos años y su hermanito de diez. Ayer por la tarde vi a este niño sentado en la puerta de la iglesia con una pluma de ave en sus manos. Le pregunté y me dijo que estaba escribiendo el Quijote, como Cervantes, con pluma de ave. ¡Fíjate tú lo que se les ocurre a los niños! Ahora te ha acariciado, te ha llamado por tu nombre y luego quería llevarte con ellos. Para pasearse sobre tu lomo por todos los caminos de estas sierras. ¡Ya tendrías trabajo! ¡Cuántas cosas nos ocurren y vemos! Pero tú ahora, solo piensas en regresar. Cuando esta mañana veníamos para acá venías oliendo el aroma que Lucera ha dejado por esos caminos y montes. Unas horas antes que nosotros había pasado ella por el mismo camino. En estos momentos estará en la Nogueruela, el huerto de Luis, y dentro de un rato regresará al pueblo. Estás impaciente. En cuanto pueda se lo voy a contar todo a la Princesa. Que también disfrute un poco de las cosas que a nosotros nos hacen tan felices.


20 de agosto: La vieja noguera del viejo Molino de Romillán

Sinombre ¿te hablé yo alguna vez de Romillán? ¿Del Puente Moro? ¿Y del molino viejo de Santiago? Pues mira, en esta fresca mañana de agosto, estamos a la sombra de la vieja noguera del molino viejo. En otros tiempos este molino perteneció a Santiago y hoy, ya ves, todo por aquí es pura ruina. Pero la noguera todavía vive aunque ya estás viendo como tiene el tronco: lleno de agujeros, casi podrido y con más heridas que otra cosa. La vieja noguera este año tiene una densa fronda y, como puedes comprobar, también tiene muchas nueces. Todavía están verdes porque las nueces son frutos de otoño. Para cuando estas nueces maduren ya no estaremos por aquí. Pero ¿a qué es bonito el rincón? el arroyo de Romillán, algo más abajo ya río Trujala, lleva mucha agua. Acabas de beber en el charco del fresno y está buena y fresca ¿No? Mira qué tierra más fértil hay por aquí, bajo la noguera y por detrás de nosotros. El pasto y la hierba te llegan a las rodillas y ahí estás ya comiendo. Haces bien, come todo lo que quieras que este pasto es de calidad y ahora ya nadie lo aprovecha. Y da pena porque todo por este rincón es tan bueno y tan bonito. Hasta el silencio es de una calidad excepcional. ¿No lo oyes? Solo el sonido del agua del arroyo y el trino tímido de un pajarillo. ¿Te gusta o no este rincón? Para mí todos los paisajes de estas sierras son bellos. Si estuviera la Princesa y Bandolero se volverían locos. Con lo que le gusta a Bandolero trotar en libertad y con lo que le gusta a la Princesa ver a su caballito corriendo y relinchando en campos abiertos y limpios. Me gustaría a mí verte por estos caminos en compañía de Bandolero. ¡Qué pena que no pueda ser! Y no creas que hasta me entristezco solo de pensarlo.

Te he traído yo por aquí porque te lo prometí. Temprano hemos bajado por la senda que, desde el pueblo y por el Burrueco, viene al Puente Moro. ¿Has visto qué puente más viejo y bonito? Dicen que es antiguo, romano o moro, y por eso lo nombran mucho los nativos. En otros tiempos pasaba por aquí una calzada romana que atravesaba las sierras y se iba hacia el reino de Granada. Y ahí, junto al camino ¿no has visto los montones de leña? Troncos de pinos, ramas secas, sacos llenos de piñas viejas… ¿Sabes qué es eso? Todavía, en algunos pueblos y aldeas de estos lugares, cuecen el pan en hornos calentados con leña. En la aldea que hay un poco más abajo del Puente Moro, la aldea del Batán, vive un hombre que se dedica a buscar leña por el monte. Los pinos secos que se caen de viejos o con el peso de la nieve o las lluvias. Los trocea, carga la leña en su burro y la saca del monte dejándola apilada junto al camino, como has visto. Desde aquí se la llevan a los hornos que te decía. De eso vive este hombre que no sé cómo se llama. Y, para sacar la leña de la maraña del bosque y los barrancos y laderas de estas montañas, tenía él un burro. No era como tú. ¿Sabes qué le paso hace un año o dos? Cargado de leña se le cayó su burro por un barranco de estas montañas y se le mató. ¡Pobre animal! Ya te decía que la vida, para los burros y los serranos, siempre fue dura en estas sierras. Tuvo que comprar un mulo. Ese negro que hemos visto comiendo paja en una carretilla antes de llegar al Puente Moro. Para que tú veas la vida tan dura que siempre han tenido los burros y mulos en estas sierras.

Desde el Pueblo de la Cumbre, al molino viejo, hemos tardado hora y media. Porque hemos venido despacio. Para que goces estos paisajes y para que veas los caminos que, en otros tiempos, recorrían los burros que vivían por aquí. La senda del Burrueco es la que va desde Segura de la Sierra a la aldea de Río Madera. Es la vereda que en otros tiempos recorrían todas las personas que vivían en los cortijos de estas sierras. Hoy solo la recorren los turistas, como tú y yo, por ejemplo. ¿Te ha gustado el charco que hay por debajo del molino? Como bajo esta noguera y en este rincón nos vamos a quedar todo el día luego nos bañamos. Verás qué fresca y buena está el agua del arroyo Romillán. ¿Y has visto la ardilla que vive en esta vieja noguera? En cuanto hemos llegado se ha puesto a correr por las ramas y a llamar la atención. Se habrá creído ella que le vamos a quitar su noguera. Igual que nuestras ardillas pero estás son distintas y tienen muchos pinos, nogueras, arroyos y montañas para correr y saltar. Y mira cuántas cáscaras de nueces hay por el suelo. Todas las nueces que da la vieja noguera del viejo molino se las come esta ardilla. Por eso se ha puesto tan nerviosa al vernos. Se pensará que vamos a quitarle su noguera. Nos pasaremos el día aquí a su sombra y tú comiendo por la llanura pero no vamos a romper nada ni a llevarnos la noguera de esta ardilla. Que esté ella tranquila. Moras sí voy yo a coger muchas ahora mismo. Para comérnosla aquí y para llevárnoslas y hacer mermelada o tarta de moras. Luego te daré un buen trozo de la tarta de moras que haga esta noche. Y a la Princesa y a Bandolero le guardaremos un trocico. Para que comprueben ellos que los queremos aunque no estén presentes.

Ahora mismo deberían estar aquí Lucera, Bandolero y la Princesa. Es un lugar precioso para compartirlo con ellos. Y el día, con su fresco de bosque, su cielo azul, su aroma a olivos y parras y su silencio de cielo, es para compartirlo con ellos. Porque son nuestros mejores amigos y porque esto es lo que les gusta a ellos. Y, sin embargo, mira qué solitos estamos los dos. Nadando en abundancia de lo mejor y con el corazón lleno de ganas de compartir y no podemos. Aunque se lo contemos luego no será lo mismo. Deberían estar y gozar con nosotros estos paisajes y este día para que disfrutaran de las buenas cosas.


Homenaje al pintor Cerezo y la
convivencia junta a la Fuente Carlos V


Ayer, Sinombre, te prometí quedarme toda la tarde contigo y no pudo ser. Tú mismo viste por lo que fue cuando regresábamos al pueblo. Porque regresamos tarde. Se nos hizo pesada la cuesta del olivar del Burrueco. Por la explanada del viejo molino de Santiago, que así es como lo llaman aquí, estuvimos todo el día. A la sombra de la noguera, por entre los pinos y los verdes álamos. ¿Viste qué álamos tan grandes y frondosos crecen en ese rincón? Yo estuve mucho rato cogiendo moras. Cogí más de tres kilos y a ti te di todas las que quisiste. Las demás me las traje y ya he hecho helados, mermelada y batidos de mora. Las tres cosas están para chuparse los dedos. Y todavía más buenas endulzados con la miel de romero que me regaló mi amigo Juan José, de Cortijos Nuevos. Miel de romero de estas sierras y recolectada en la primavera pasada. En cuanto haga la tarta de moras que te dije no te preocupes que te regalaré un buen trozo. Te lo prometo y quiero cumplir mi palabra.

Así que ayer, en el rincón de Romillán, cuando ya me cansé de coger moras te metí en el charco grande y nos dimos un buen baño. En la misma agua que baja del manantial del huerto de la Nogueruela, el rincón de Lucera. Al sol nos secamos y cuando ya caía la tarde nos pusimos en camino para regresar. ¿Viste qué bonita es la vereda que baja por el borde del arroyo hasta el Puente Moro? ¿Y la fronda de las zarzas entre tantos huertos, alamedas y olivares? Cuando llegamos al Puente Moro cogimos otra vez la vereda que surca la ladera de El Burrueco y nos pusimos a subir en busca del Pueblo de la Cumbre. ¡Qué larga es esa cuesta y cuantas curvas tiene! Por entre olivos, higueras, granados, nogueras, romeros… ¿Viste las cabras monteses? ¿Y viste los niños catalanes? Subían con sus padres de regreso y los alcanzamos. No podían más los pobres. Le dije a la madre, joven y guapa:
- ¿Subimos a los niños en Sinombre?
¿Y viste como vieron el cielo abierto? Los padres dijeron que encantados y los niños, él de ocho añitos y ella de dos y medio, se alegraron más que los padres. Subimos a la niña, una renacuaja que parecía de caramelo, delante y al niño detrás en tu lomo. Yo venía sujetando al niño para que no se cayera y la madre a su preciosa niña. ¡Como sonreían y qué feliz subían la cuesta de El Burrueco montados en tu lomo! Y mira que es larga la subida desde el Puente del Moro a Segura de la Sierra. Pero antes de que se pusiera el sol entrábamos por la Puerta de Catena, el arco de la vieja muralla, y una de las cinco puertas que daban entrada al pueblo amurallado en tiempos pasados. ¿Sabes? Esto que hicimos con los dos niños que subían sin fuerzas lo habrían hecho las personas de este pueblo. Se abrían prestado generosamente para aliviarlos en la pesada cuesta. Las personas de estas sierras son generosas como ellas solas y yo he aprendido.

Subimos rozando los Baños Árabes, Baño Moro, de Hensk o de la reina, en este rincón tan recogido y bonito en el pueblo. Seguimos subiendo por la calle Los Caballeros Santiaguistas, la calle más bella y típica del pueblo, y venimos a salir a la casa de la niña Ana. ¿Viste qué preciosidad de niña? Es amiga mía de otros años. Por eso me dio tantos besos tiernos. ¿Sentiste envidia? Tendremos que darle un paseo un día de estos para que se haga amiga tuya también. Estando allí en la puerta parados con ella te dije que la calle que seguía iba a casa de unos buenos amigos míos, Esther y Pedro. Los dos son muy buenas personas y han hecho muchas cosas por este pueblo. Y Esther y Pedro tienen dos niñas, Patricia y Grabriela. ¿A que son bonitos sus nombres? Pues si las vieras te ibas tú a quedar pasmado de lo guapas que son. En estos días ellas no están en su casa porque viven en Barcelona pero, si antes de irnos las vemos por aquí, vete preparando que a la chica le tenemos que dar un bonito paseo. Y le vamos a decir que si se trata de dar paseos, para ti, todos los niños que quepan en tu lomo. Porque en tu corazón caben todos, que bien lo sé yo. ¡Oye, para nosotros dos! ¿A que el nombre de Gabriela es muy bonito? ¿Por qué se les ocurriría a sus padres llamarla así? Se lo preguntaremos y también a Patricia para que ninguna se sienta menos que la otra. Y yo sé que estas dos niñas, en su corazón, tienen una fábrica de hacer magia. Y si no te lo crees se lo preguntamos a sus padres verás como nos dicen que es cierto. Que en su corazón, Patricia y Gabriela, tienen una industria de hacer magia. Te lo explicaré luego otro día.

Dejamos a la niña Ana en la puerta de su casa, donde jugaba, y seguimos subiendo por la empinada y estrecha calle y en seguida salimos a la Iglesia y Plaza de los Jesuitas. Ya viste cuánta gente había ahí. Le daban un homenaje al pintor Cerezo, buen pintor y hombre que ha vivido en el pueblo durante tiempo, y por eso había tanta gente en ese rincón. La vieja Iglesia de los Jesuitas la restauraron y ahora es centro cultural. ¡Qué bonito ha quedado este recinto! Pues en la misma Plaza de los Jesuitas vive Luis. Te vio cuando subíamos con los niños sobre tu lomo. Ya viste lo contento que se puso y las alabanzas que te echaba. Y te dijo:
- ¿Ves ese árbol cortado? Era un melocotonero y ahí amarraba yo a Lucera cuando regresábamos del huerto con los sacos de patatas. Lo cortaron el año pasado y ahora ya no tengo donde amarrarla cuando regreso de la Nogueruela.
- ¿Y por qué lo cortaron?
Y ya no me respondió. Sinombre, si era el árbol donde siempre Luis ha amarrado a su Lucera cuando regresa del huerto, tenían que haberlo conservado, fuera como fuera. Precisamente por eso, en honor de Lucera, por lo hermosa que es y porque es la última borriquilla que recorre las calles de este pueblo. El árbol de Lucera en la Plaza de los Jesuitas y lo han cortado… No entiendo yo estas cosas y en serio que me duelen. ¿Cómo pueden romper símbolos tan bonitos y únicos? Como nos los encontremos por la calle, algún día de estos, les vamos a decir en su cara que eso no está bien. Para que se enteren y aprendan a valorar y respetar las cosas bellas y valiosas. Y se lo vamos a decir también a la Princesa verás como ella nos apoya. Y a los niños, a todos los de este pueblo y a otros. Porque estoy seguro que también se pondrán de nuestra parte.

Al oír hablar de Lucera te emocionaste. Miraste, como yo, con gran interés el tronco del árbol cortado y pensaste en la borriquilla. Los que cortaron este árbol no pensaron en ella y por eso ahora, cuando regresa del huerto de la Nogueruela, ya no tiene donde ponerse a la sombra. ¡Qué le vamos a hacer! Tú, Sinombre, todavía no has visto a Lucera pero sé que sueñas con ella. En la Plaza de los Jesuitas se amontonaban las personas y nosotros seguimos subiendo hacia la Fuente Imperial y el horno donde Miguel cuece el pan. Donde él, con leña, cuece el pan que comemos en este pueblo. ¡Qué pan más bueno y qué olor echa! Llegamos por fin a la Fuente de Carlos V y en el mismo borde del pilar se bajaron los dos niños catalanes. ¡Qué contentos venían ellos y qué bien se lo habían pasado subidos en tu lomo por la empinada cuesta! Desde el Puente Moro, en el río Trujala, hasta la Fuente Imperial, en el mismo corazón del pueblo de Segura de la Sierra. ¡Vaya cuestecilla! Un par de kilómetros con un desnivel de casi doscientos metros. Pura pendiente. Si no hubiera sido por ti, Sinombre, estos dos preciosos niños catalanes y sus padres, se hubieran quedado en la mitad de la cuesta. Por eso al despedirse te lo agradecieron tanto.

¿Pero viste lo que había alrededor de la Fuente Imperial? Mostradores con bebidas y comida, muchas luces y mucha gente. Al terminar el acto del homenaje del pintor Cerezo, el Ayuntamiento ofreció un ágape. Pretendían que las personas tuvieran un rato de convivencia y por eso se concentraron alrededor de la fuente y delante de la Iglesia Virgen del Collado. Un precioso encuentro, Sinombre, y por eso no pude quedarme, ayer por la tarde noche, contigo. Me invitaron a todas estas cosas que ya te he dicho y lo del encuentro con las bebidas y aperitivos duró hasta las tantas. Se juntaron muchas personas alrededor de la Fuente Imperial y como todo era gratis, al aire libre y hacía una temperatura agradable, ahí me quedé con la gente. Fue un acto de convivencia bonito, me animó. Es la primera vez en mi vida que veo yo esto. Era para todo el mundo, gente del pueblo, turistas, extranjeros… Para todos por igual y todo gratis y en abundancia. ¡Qué cosa más humana y grata! Vi a las personas muy relajadas, charlando de sus cosas mientras no dejaban de pasar con bandejas ofreciendo jamón serrano, embutidos de calidad, quesos y muchas más cosas típicas y ricas. Me acordé de ti, de la Princesa y de Bandolero. Todo fue bonito y precisamente por eso os eché de menos un montón. Ya sabes: cuanto mejor se lo pasa uno en la vida más echas en falta a los que quieres. Por eso yo fui feliz del todo.

21 de agosto: Visita al castillo de Segura de la Sierra

Hoy teníamos que haber hecho otra ruta. Al nacimiento de Amurjo quería yo haberte llevado. Amurjo es un rincón en el río que pasa por el pueblo de Orcera. Y el pueblo de Orcera es ese que se ve ahí abajo, entre olivares y en las laderas del pico Peñalta. Amurjo no está lejos y es un sitio bonito. Pero hoy ha sido un día de descanso. Para que respires del traqueteo de ayer y para que te recuperes para mañana. A la aldea de Río Madera vamos a ir y ese lugar coge lejos. Cuatro horas por la vieja vereda serrana y otras cuatro para volver por la Era del Fustal. Para allá nos vamos a ir por la vieja senda que recorrían los serranos que, en tiempos pasados, vivían en la sierra. Para que veas la belleza de los paisajes de por ahí y para que conozcas aquel rincón de la aldea. Ya verás que bonito. Más que nunca echaremos de menos a la Princesa y a Bandolero.

Por eso hoy te he traído al castillo. Temprano antes de que lleguen los turistas. Y mira por donde hoy Lucera no ha trabajado. ¿Tú lo sabías? Creo que sí porque te sentí roznar al amanecer y también la sentí a ella. Tú rebuznas desde tu rincón, en el Prado Góntar, frente a donde ella vive y Lucera te contesta. ¿Es una forma de intercambiar mensajes? Es vuestro lenguaje y estoy seguro que os entendéis bien. ¿Qué le dices? ¿Qué tienes ganas de verla y contarle cosas bonitas? Al subir para el castillo la hemos visto en las eras del Pozo de la Nieve. Te has puesto nervioso y ella también pero no podía dejar que os juntéis. No sé cómo te comportarías y, si a Lucera le pasa algo, sería un disgusto. Sinombre, tengo que hablar con Luis y según lo que me diga tendremos que hacer. Él sabe de estas cosas más que nadie porque yo te veo a ti con un carácter que me das miedo. Por cierto, Sinombre ¿tú sabes la historia del duende Martinica que vive en este pueblo? Te la contaré un día porque es bonita y curiosa pero ahora te digo que, en estas eras del Pozo de la Nieve, donde Luis deja a Lucera algunas noches, el duende Martinica ha hecho muchas travesuras. Es un duende bueno pero travieso y muchas personas mayores, en este pueblo, saben bien de él. Este duende es como la bondad que hay en el corazón de las personas de estas tierras.

Así que, no muy conforme, he conseguido que dejes tranquila a Lucera y hemos seguido subiendo para el castillo. ¿Has visto que panorámicas más fabulosas se ven desde estas alturas? En cada curva del camino empedrado nos hemos parado para gozar del valle y de las casas colgadas en las laderas de esta cumbre. Pero mientras yo me he recreado en los paisajes tú solo has pensado en Lucera. Es normal. Toda tu vida solo y ahora, con la edad que tienes y la energía que derrochas, qué ilusión para ti encontrar por aquí una borriquilla tan apañada como ella. Toda una dama solitaria en estas cumbres. Como la más bella flor serrana, sin dueño y con el mejor perfume en su corazón. Pero mira, Sinombre, fíjate qué chico se ve el pueblo desde estas alturas y el rincón de la Fuente Góntar. Y eso que el pueblo se clava en la mismas laderas, ya casi en la cumbre. Sin embargo, al castillo lo construyeron más arriba aun. En todo lo alto de las rocas y sobre la peña más escarpada. Es antiguo el pueblo y el castillo y por eso tiene mucha historia. Yo no te la voy a contar porque ya existen muchos libros, buenos y malos, que cuentan la historia de estos lugares pero sí te diré que en otros tiempos todo el pueblo de Segura de la Sierra estuvo amurallado. Cuatro puertas tenía la muralla y se conservan solo tres. La Puerta Nueva, que es por donde llega la carretera y entraste tú por primera vez al pueblo. Puerta Catena, que es por donde entrábamos ayer cuando subíamos de Romillán y la Puerta de Orcera. Estas tres puertas, en la antigua muralla que rodeaba al pueblo, se conservan todavía. La Puerta Góntar se ha perdido por completo. Es por donde se sale del pueblo para venir a la fuente donde vives y para seguir a otros rincones de la sierra.

Pero lo que yo quería, al traerte por aquí, es que vieras y gozaras las preciosas panorámicas que desde estas alturas se abren. Y fíjate qué fresquito hace. A los recintos del castillo no podemos entrar. Este año lo enseñan en cuatro momentos y horas concretas del día. Otras veces ha estado abierto todo el tiempo pero la gente lo rompía todo. Ahora quieren montar aquí un museo. Sinombre, si tú supieras el tiempo que yo llevo viendo obras en esta fortaleza. Porque mucho antes de que tú nacieras ya estaba yo trotando por las ruinas y rellanos de este castillo. ¿Y sabes que te digo? Solo para nosotros dos y que no se entere nadie más: de este castillo tengo yo escrito y montón de cosas. Historias, leyendas, sueños… Y no sé por qué siempre me ha gustado a mí, mucho más, visitar este castillo con niños y en los días de lluvia, niebla y nieve. ¿Por qué será? Quizá porque en el corazón de los niños, todos los del mundo, es donde se ubica la más grande fábrica de hacer magia y en los días esos misterios de lluvia, niebla y nieve es cuando la magia parece más fantástica. Todos los niños tienen castillos asombrosos en lugares ocultos que nadie conoce y todos estos castillos de los niños están repletos de magia, de asombro y de misterios. ¡Si lo supiera yo! Así que te lo repito: de este lugar y en esos días, tengo historias tan bonitas… Pero ya sabes, tú no se lo digas a nadie.

Con mucha brevedad te cuento los recintos más importantes de este castillo por dentro: la torre del homenaje, capilla de Santiago, aljibe, refectorio, puerta de acceso, horno y baños, adarve, antemuro y patio de armas. Se cree que las primeras obras de este castillo vienen del tiempo de los fenicios y que fue morada de los romanos. En tiempo de los musulmanes fue reconstruido y alcanzó su mayor esplendor. Tiene cinco recintos amurallados y más de veinte torres. En aquellos lejanos tiempos, dentro de este edificio pétreo, llegaron a juntarse más de cuatro mil hombres armados. El museo que quieren montar será bonito, seguro pero tú goza esta mañana de este bonito mirador y no te pierdas las acrobacias que las cabras monteses se tienen por esas rocosas laderas. ¿Cuándo volveremos otra vez por aquí? Seguro que nunca. Aunque lo que importa es que podamos decir que estuvimos. Yo sigo pensando en la Princesa. La recordamos con cariño y por eso, desde el castillo del Pueblo de la Cumbre, le mandamos un saludo y muchos besos para ella y para Bandolero. Otra vez siento tristeza porque quisiera que gozaran de estas cosas tan finas. Desde esta cumbre los saludamos y les mandamos un beso grande. Por que ¿sabes que te digo? Los sueños que uno lleva en el corazón, aunque muchas veces no se hagan real, tienen el mismo valor o quizá más. Lo importante es soñar, amar mucho y volar para así escaparse de uno mismo y hacerse inmensidad en todas aquellas cosas que uno sueña en el corazón. Lo más grande de este mundo es soñar, soñar, soñar… Porque yo creo que este es el único camino que lleva a la belleza, a las estrellas, a Dios, a la claridad de los colores de las flores y de la hierba.

Esta tarde no podré estar contigo. ¿Sabes quién se casa? No la conoces pero se llama Divina y se casa en el pueblo de Orcera, el que se ve ahí, en lo hondo del valle. Me iré luego sobre la seis y ya volveré tarde. Pero no te preocupes que mañana sí nos lo pasaremos bien. Todo el día estaremos juntos y en Río Madera también hay niños, caballos y hasta un pony negro. Lo amarran junto al río y es dócil y bonito. Mañana domingo es la fiesta de Río Madera y, como te decía, yo quiero llevarte para que conozcas aquellos lugares. Pero ahora ¿tú te has fijado en lo bonito que es el rincón al que te he traído hoy? Antes de llegar a la puerta del castillo crecen cuatro o cinco pinos en una repisa del terreno. Tierra sobre las rocas. Y justo en estos pinos mira qué pastizal y cuanta hierba. Alimento de gran bondad para ti. Así que come en tu paz y deja el vientecillo te acaricie. ¿A que esto sí parece que son ya las mismas praderas del cielo? Por eso yo siento lo que siento y echo tanto en falta los buenos amigos que venimos diciendo. Deberían estar, Sinombre, deberían estar por los buenos que son y por lo que se merecen. Pero mira qué solitos seguimos. Por aquí no pasa ni nos ve nadie. Mira qué tranquilidad, qué fresco el aire, qué vistas más hermosas…Y el aire al pasar oye como se quiebra entre las hojas de los pinos. Este es el rincón más tranquilo y bello del castillo del Pueblo de la Cumbre. A diez metros de la puerta que da entrada al recinto amurallado y nadie lo conoce ni lo pisa. ¿Qué más queremos si tenemos siempre lo mejor? Y tú, qué cantidad de hierba tienes por aquí. Así que vamos a gozar del momento y del lugar porque es único y mucho más. Ya te lo vengo diciendo: lo más misterioso, lo más bonito, lo más especial de este castillo y que nadie conoce, lo tengo yo conmigo. Recogido en el cuaderno de mi mochila azul solo para mí, para ti y, si algún día tenemos algún amigo niño, también lo compartiremos con él. Esto quiero que lo sepas. No hay castillo más bello en el mundo que el que los niños tienen en su corazón y, ese castillo, es el que yo siempre he visto sobre estas cumbres. El que ya te decía conozco desde hace mucho tiempo y guardo, muy arropadito, en mi corazón. Como si fuera un sueño de algodón.


22 de agosto: La fiesta en la aldea de Río Madera

Al amanecer, Sinombre, hemos salido del pueblo. Tempranito como Lucera y por eso nos la hemos encontrado junto a la Fuente Góntar. Luis y ella iban ya camino de la Nogueruela y nosotros, en sentido contrario, para Río Madera. Lucera no ha entrado al pueblo porque ella vive en el extremo norte y desde ahí se pone en camino y, a cada paso que da, se aleja de las casas del pueblo. Nosotros hemos cruzado el pueblo por todo su centro, por la Fuente Imperial, la Plaza de los Jesuitas, calle Caballeros Santiaguistas, baños árabes y, por la Puerta de Catena, hemos salido para bajar por la cuesta del Burrueco camino de Río Madera. El camino que lleva a esta aldea, en el collado del Burrueco, se va por debajo del Mirador de Peñalta, pasa por las ruinas del viejo cortijo de la Florida, donde nació el obispo Ayala, se mete por el barranco de los Pinos Buenos y va a salir al viejo puente de Romillán. Los serranos dicen que este es el camino real. Yo conozco a muchos que dicen que como este camino no hay otro en el mundo. No sé por qué lo dirán pero seguro que es por las veces que lo han recorrido. Lo tendrán ya tan visto que se les habrá grabado en el corazón y, seguro, soñarán con él. Y claro, en los sueños, a lo mejor se han visto ellos montados sobre caballos hermosos como Bandolero y hasta se habrán imaginado que son reyes. Seguro que lo llaman “camino real”, por eso. Y hacen bien. Todos los humanos, muchas veces en la vida, soñamos que somos reyes. Los niños sueñan que son príncipes y las niñas, siempre quieren ser la princesa más bella del mundo. Los humanos nos pasamos la vida soñando y eso es bonito. Quizá lo mejor de todo. Pero no, yo sé que los serranos de estas montañas, llaman real a este camino por otras cosas. Ya te las comentaré.

A nosotros nadie nos ha visto esta mañana. En el pueblo y en estas fechas todo el mundo se levanta tarde. Por las noches, al fresco y charlando sentados en las puertas de sus casas, se quedan hasta las tantas y luego se levantan a las doce del día. Los turistas y los niños más tarde aún. Y ahora ya, a media mañana, nos hemos parado en la Fuente de la Higuera. En mitad de la ladera que sube desde Romillán a Dehesa Carnicera. Por ahí vamos a cruzar la cumbre y ya volcamos para la vertiente de Río Madera. Todavía nos queda un buen trecho para llegar a la aldea. Tú, descansa un rato, bebe y come un poco y goza de los paisajes que no tenemos prisa. Nos faltará día para recorrer todo lo que hay previsto pero no hay que ir con prisa. ¿Sabes? Este camino lo hacían, todos los días dos veces, los que construyeron la iglesia de la aldea que veremos hoy. Vivían en Segura de la Sierra, como nosotros ahora, y desde el pueblo venían a la aldea de Río Madera, echaban ocho horas de trabajo y luego regresaban otra vez al pueblo. Al venir siempre lo recorrían de noche y al regresar lo mismo. Y no creas, que antes de llegar al pueblo, ellos se iban a sus huertos y los regaban, lo cavaban, recogían las hortalizas. La vida de los serranos, Sinombre, siempre ha sido dura por estas montañas. Lucera está cerrando fila en esa vida dura y llena de privaciones. Es largo este camino y la vida de los serranos, en aquellos tiempos, era dura. Ya estás viendo que es un buen paseo. Pero nosotros hoy lo recorremos por gusto y ellos lo hacían por necesidad. Por un sueldo casi miserable. Así que vamos a recordarlos y les mandamos nuestro mejor cariño estén donde estén. Aunque no los conozcamos ni ellos a nosotros.

Te voy a contar algo de ayer. A la boda de Orcera, a las seis y media de la tarde, fue mucha gente. La iglesia se llenó y Divina, la novia, iba guapa. De Úbeda vino un coro rociero y me dio mucha alegría verlos. A casi a todos los conozco yo de los años que estuve en ese pueblo de la Loma. Todos, buenas personas y todos cantores excelentes. En Úbeda hay mucha afición a la música. Cuando terminó la boda subimos corriendo porque la misa, en el Pueblo de la Cumbre, era a las ocho. Llegamos justo pero al llegar me encontré una bonita sorpresa. Del pueblo de Hornos de Segura habían subido a verme Paqui y María José. Dos hermanas encantadoras que conozco desde pequeñas. Querían verme y querían verte. No sé quién les ha hablado de ti. Y no fuimos a verte porque ya era tarde pero volverán. Les hablé de ti y les regalé toda nuestra historia de “Un día por el Edén Azul.” A Paqui le gusta la lectura y me prometió que se lo va a leer con interés y que me dará su opinión. Y después de esto, Divina la novia casada, nos invitaron a comer. Así que fíjate lo completo que estuvo ayer el día para mí. Me acordé de ti pero ¿Cómo te iba a llevar a una boda donde nadie nos conoce? Y en las bodas de estos tiempos las cosas no son como antes. Los novios y las novias y los invitados iban de un lado a otro montados en borriquillos, en mulos y, los más pudientes, en caballos. Así que erais personajes importantes hasta en las bodas. Y en las celebraciones todo el mundo se lo pasaba bien. Hasta vosotros. Pero hoy en día, todo es distinto. Hasta las bodas y, las celebraciones de las bodas, mucho más.

Sinombre, ya hemos descansado un buen rato frente al Pueblo de la Cumbre y en la distancia y tenemos que seguir la ruta. Ya verás, en cuanto lleguemos a la aldea, como te gusta. Sobre la cumbre nos vamos a encontrar con unos de los bosques de pinos laricios más bellos del mundo. Dicen que como este bosque no hay otro en todo el Planeta Tierra y algo tendrá de cierto porque los pinos que ahí crecen son ejemplares excepcionales. Y me alegro que lo veas para que luego tengas cosas que contar a Lucera y a nuestra Princesa. A las dos les va a gustar porque fíjate qué día tan bonito y los paisajes tan hermosos que estamos recorriendo. Es una buena ruta ésta.

Desde el manantial de la Higuera hemos seguido subiendo, hemos coronado la cumbre por Dehesa Carnicera y por esos bosques de pinos, cumbres y laderas, hemos bajado hasta la aldea de Río Madera. Ahí celebran fiestas hoy. ¿Te has dado cuenta como te miraban, al llegar, los niños y personas mayores? Están ellos acostumbrados a ver burros pero como tú, no. Al llegar en seguida me han invitado porque me he encontrado con varios conocidos por mí. ¿Te has fijado en Miria? La conocía yo cuando todavía era una niña en Úbeda. Ahora estudia en Granada, en la Escuela de Salud, cerca de donde vivimos. ¿Te has fijado qué guapa y qué sonrisa? Desde niña ha tenido ella esa sonrisa tan limpia, sincera y profunda. ¿A que dan ganas de comérsela? Ha sido amable contigo. Pero ni tú te has podido quedar ni ella. Se iba para Granada porque mañana trabaja y a ti te he llevado a los prados por debajo de los álamos y junto a las aguas del río. Por donde se junta el arroyo Canales con el Río Madera y en compañía de la yegua negra y el pony mansito. ¡Qué pelo más lustroso tienen los dos!

Junto a ellos y en el prado de tupida hierba te he dejado y me he vuelto a la aldea. Solo unas horas porque celebran fiestas y han tenido la misa seguida de una sencilla procesión. Una imagen de la Virgen y la de San Francisco Javier que han paseado por las cuatro casas y han vuelto a la pequeña iglesia. Me han invitado a una cerveza con pinchos de carne y pan de Pontones. ¿Te hablé yo alguna vez de Pontones? Es justo donde nace el río Segura y ahí me dejé, hace años, trozos de mi corazón. Fui ingenuo y lo entregué todo y me prodigué al límite y me dañaron a lo bestia. ¡No te puedes imaginar, Sinombre! Pero si algún día de estos te llevo por allí ya te contaré. ¿Tú has visto qué buenas son las personas que henos encontrado en la aldea? Muchos me han saludado y no me dejaban venir. Pero me acordaba de ti y los he despedido y me he venido contigo. Te he traído saludos de Miria, otra vez. Y aquí te he encontrado: bajo el denso bosque de álamos, junto a la yegua negra y con el pony. ¿Ya sois amigos? Un largo rato he estado ahí contigo, bañándome en unos de los charcos del río y nos hemos puesto en camino de regreso. Por otros sitios diferentes para que conozca mundo por estas montañas. Lo siento por ti pero, de regreso, me has tenido que traer sobre tu lomo porque quería experimentar este placer. Y es delicioso. Propio de reyes o algo más. Para sentir y gustar lo que lo serranos de aquellos tiempos cuando recorrían estas sierras sobre sus borriquillos. Aunque no es lo mismo pero de este modo me lo imagino mejor. Por la carretera que remonta río arriba hemos pasados por los campamentos, por la tiná de Chinchilla, la Fuente de Navalcaballo, la Era del Fustal y ahí hemos cogido por la carretera que viene al Pueblo de la Cumbre.

Ya cae la tarde y descansamos en Fuente Bermeja, al sur del Navalperal. ¿Ves Sinombre? Otro manantial más. ¿Cuántos hemos visitado ya con éste hoy? Para que compruebes que en estas sierras brotan veneros donde menos te lo esperes. Fuente Bermeja tiene un caño grueso como el brazo de una persona y mira qué pilar más hermoso. Bebe que el agua de estas sierras es buena como pocas y hasta parece que viene del hielo. En las entrañas de estas montañas, de todas las del Parque Natural, alguien tiene montado una fábrica de hacer hilo, y por eso las aguas que brotan por los manantiales son frías como la nieve. Y ahora te lo voy a decir para que lo sepas: Me gusta imaginarme las fábricas invisibles de hacer hielo que hay en las entrañas de estas montañas y me gusta suponer las industrias de hacer magia que hay en todos los corazones de los niños del mundo. Mucha fantasía es esta pero a mí me gusta imaginar para seguir alimentando mis sueños. Y si me pregunta por el autor de las fábricas de hielo que hay en las barrigas de las montañas y en los corazones de los niños, lo tengo claro: es Dios. Por eso las cosas, en los niños y en las montañas, son como son y agradan tanto. Pero sigamos. Todavía nos queda más de una hora pero, como te digo siempre, yo no tengo prisa ni temo que la noche se nos eche encima. Un día de estos tenemos que hacer una ruta de noche. Recorrer los caminos de estos montes de noche es emocionante. Por eso, si hoy vamos probando, eso que sabemos ya. Quería y quiero hacer esta ruta contigo para que vieras el esplendor de los paisajes. ¿Te han gustado? Yo siempre he creído que son únicos en el mundo. Estamos cansados pero merece la pena. Aunque nos ha faltado lo mejor: La Princesa y Bandolero y por eso regresamos satisfecho pero, como otros días, con un vacío en algún lugar del alma. Besos para ellos. Los recordamos y los queremos. La noche que hagamos la ruta, bajo la luz de la luna por los caminos de estos montes, se lo vamos a decir. A la Princesa y a Bandolero. Para que se vengan y disfruten de cosas lindas. Y si todo sale bien, repetiremos la aventura y, en esta segunda ruta de noche, invitamos a los niños de Segura. Para que sueñen con todas las fantasías que quieran. Que luego, nunca diga nadie que nosotros no fuimos amables.

Y otra cosa: ¿sabes de qué me he enterado? CanalSur, la cadena de televisión autonómica andaluza, prepara unos programas de personajes ilustres. Se lo han encargado a un amigo mío, Ramón Molina Navarrete de Úbeda y el primer programa será de Juan Ramón Jiménez. De “Platero y yo.” ¿Qué te parece? En seguida me ha acordado de ti. Tú eres Sinombre, un burro quizá más hermoso que Platero, pero yo no soy Juan Ramón Jiménez y, sin embargo, mira como recorremos caminos en la soledad de tardes y mañanas y por entre los bosques y nos contamos cosas y soñamos y sentimos. Porque claro que sueño y tengo una ilusión. Platero vivió en Huelva junto al mar y tú vives en Granada, en estos días en Segura de la Sierra, entre montañas y soledades. Vamos, Sinombre, que a lo mejor cuando lleguemos nos espera Lucera. ¿A que es hermoso caminar soñando que al llegar alguien te está esperando? Lo más bello del mundo es estar enamorado. Y nosotros, aunque recorremos los caminos de estas montañas y descansamos junto a las fuentes siempre solitos, estamos enamorados y por eso tenemos un sueño en el alma. Te lo repito y no me cansaré: soñar es lo más hermoso de la vida. Y por eso los niños son felices y las personas mayores, aquellas que no sueñan, ni son felices ni tienen alegría en sus vidas. Lo más triste de todo es no tener sueños en el corazón. Te lo digo en serio.


Me gustaría que lloviera

Un bonito día se presenta hoy, Sinombre. Conforme va amaneciendo mira que nubes más bellas tiene el cielo y qué aire más fresco se mueve. A estas horas de la mañana todo es silencio en este pueblo. Parece como si estuviera deshabitado, como si nadie viviera aquí. Y, sobre todo, en el barrio viejo. En las casas y calles que hay por debajo de la Fuente Imperial no se ve ni oye vida alguna. Todo es silencio tibio sellado por la luz fina del nuevo día y el aire con olor a pino. Ahora mismo, cuando me venía para acá, vengo a estar contigo, me he asomado al pequeño balcón que tengo donde vivo. Por encima del tejado de la Iglesia de los Jesuitas. ¿Y sabes lo que he visto? A todo el pueblo durmiendo. Las chimeneas de las casas clavadas en los viejos tejados y las empinadas calles desiertas y solo un pajarillo solfeando un leve canto en lo más alto de la torre de la iglesia. ¿A quién o para qué cantará este pájaro? Por la chimenea del horno donde Miguel cuece el pan que comemos los que vivimos en este pueblo brota un hilillo de humo negro que el aire se lleva para el castillo. El rincón huele a leña quemada y a pan recién cocido. Es lo único vivo que a estas horas de la mañana se detecta en esta parte del pueblo. La parte vieja y por donde las calles caen y suben con su empedrado marengo y la cal blanca de las casas. Tú ya lo habrás notado pero yo te lo quería decir: al amanecer, ahora en verano y en este Pueblo de la Cumbre, siempre hay un gran silencio como oculto tras el vientecillo de la mañana. Como si, a la vida por aquí, le costara levantarse. O como si la vida, por estos lugares, tuviera otro ritmo y latiera de otra manera. Hay como una pincelada de misterio que yo no sé explicar pero que la palpo cada mañana. Y te lo recuerdo, aunque ya lo sabes: por este barrio viejo es donde viven las dos hermanas, niñas preciosas, que quiero que conozcas. Ellas son Patricia y Gabriela y, como ya también te he dicho, dos primores de princesas con su especial fábrica de hacer magia en sus corazones. ¿Que si es simpática Patricia? Ya lo descubrirás cuando la conozcas.

¿Sabes lo que me gustaría hoy? Que se nublara más y que lloviera. Me gustaría que lloviera mucho. Para que se refresque la tierra y para que el aire huela a lluvia y a suelo mojado. Me gusta a mí ver llover en estas montañas, sobre los bosques de pinos y sobre los olivares. Y hoy quisiera que tú también vivieras esta experiencia. La lluvia, en este Pueblo de la Cumbre, tiene un misterio especial. Transmite sensaciones distintas a las que en otros sitios y crean una belleza única. Lo digo porque es lo que sentí y gocé aquellas veces que vi llover en este pueblo. Y mira, Sinombre, mientras te hablo de la lluvia y te voy saludando en este nuevo, día empiezan a caer algunas gotas. ¿No las notas sobre tu lomo? Yo las siento quebrarse sobre mi cara, manos y cabeza y las veo humedeciendo las rocas que hay entre los enebros. Ojalá cayera un buen chaparrón para que compruebes que es cierto lo que te digo. Y no sé por qué ahora mismo tengo ganas de que llueva. Le pregunté yo el otro día al de la farmacia, dicen que es un gran experto en setas, y me dijo que si llueve al final de agosto habrá muchas setas luego en otoño. ¿Sabías tú eso? En los bosques de pinares de estas sierras dicen que se dan las mejores setas del mundo. La cagarria, la seta de cardo y el níscalo, son las tres mejores setas que se crían por estas montañas. Las buscan y las aprecian mucho las personas de estos lugares. Así que debería llover para que yo me ponga contento, para que tú vivas esta experiencia y para que nazcan muchas setas luego en otoño. Es lo que les gusta a las personas de este pueblo. Y nosotros siempre les desearemos, a las personas de estas montañas, lo mejor.

Quiero yo llevarte hoy al nacimiento del río Orcera o a las Acebeas. El primer sitio está más cerca. Para las Acebeas hay que andar bastante pero merece la pena porque es un rincón especial en todo. Por el lado del levante del Navalperal es donde se encuentran los parajes que te digo. Un sitio donde llueve mucho a lo largo del año y por eso ahí crece un denso bosque de acebos, avellanos y helechos. Un bosque único en toda España con una vieja casa forestal y un carril de tierra que lleva a las cumbres de Navalperal. ¿Sabes tú qué son las cardonchas? Unos cardos grandes que se crían pegado al suelo y que echan una flor bella, redonda y color oro. Por las Acebeas se crían y también otras plantas específicas. Todos los pinos están cubiertos con hiedra y, las cañadas, de frescos prados de hierba. Te quiero llevar a las Acebeas, pero si llueve y no podemos, prefiero esto último. La lluvia cayendo sobre los bosques y laderas de estas montañas es el espectáculo más bello nunca imaginado. Otro sueño como los sueños que los niños llevan en sus corazones. Y ahora te voy a dar una gran noticia:

De la Princesa y Bandolero te voy a decir lo que sé. Me han traído una carta y mira lo que dice: “Ya estamos a día veintitrés y parece que fue ayer el día primero, cuando nos fuimos con todas las maletas al pueblo. ¿Te lo puedes creer? ¿Por qué siempre pasa tan rápido el tiempo cuando estás entretenido y disfrutando? En fin, cosas de la vida. Bandolero está ahí a gusto. Aun no le he comentado cuando tendrá que volver a su propia casa, a la cuadra de siempre, a la hípica. Pero seguro que cuando llegue la hora de irse, no va a tener ganas. ¿Tú que opinas? Ahí en el pueblo disfruta de verdad, aunque quizá le falte algo de compañía equina. Pero tiene cama limpia y con abundante paja todos los días, comida variada diariamente, agua limpia y fresca cuando quiera, una cuadra más amplia donde puede ponerse en la posición que quiera sin tener problemas de caber o no caber. Incluso se permite el lujo de tumbarse para descansar al mediodía y por la noche. Y siempre que quiera puede asomarse por la puerta o ventana y ver el campo y respirar aire puro. Son cosas que seguramente recordará cuando vuelva a su casa, porque no las tiene allí. Pero al menos se verá recompensado por la compañía de sus amigos. O eso espero, porque si no, se va a volver triste. Incluso sus cascos, que estaban bastante mal cuando nos lo trajimos al pueblo, están casi bien del todo con el poco tiempo que lleva aquí. Nunca sale con los pies sucios al salir de su cuadra, porque siempre está limpia. Y son cosas que, al menos en la salud del caballo, se notan mucho.”

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